¡Esto es horrible! ¡No puede ser! Tengo que correr más rápido; de lo contrario este monstruo me va a atrapar. Todo… todo está destruido. Nuestras casas, nuestros caminos, nuestros verdes paisajes que con su resplandor enaltecían el espíritu. No queda nada, sólo este color oscuro, siniestro, de destrucción, de tragedia. Me ha llevado todo, mi casa, mis amigos, mi familia. ¡ Imagínense, después de tantos años batallándonos para sobrevivir! Era una maravilla no ser los primeros en la tasa de mortandad. Nuestros primos, las Iguanas, se habían encargado de tomar nuestro lugar. ¡Tenían que venir estos pedazos de metal a terminar con todo! La charca, estaba llena de huevitos. Los chiquitines ya tenían formada su nariz y su boquita. Algunos estaban a punto de perder su colita. Yo en cambio, ya me había convertido en todo un macho, ya me salieron los callos en las palmas de las manos de mis extremidades anteriores. Y tiene que pasar esto. Voy a croar bien fuerte con la esperanza de que algún anuro me pueda escuchar. No veo un charquito cerca, pero me quedare esperando aquí, en esta esquinita que parece segura. ¿Quién es esa especie? Ah, ya sé, es una humana. En nuestros recorridos nos habían hablado de ellas, pero no parece peligrosa, al contrario, se ve preocupada. Al contarle mi desesperación se solidarizo conmigo. No sé qué ha pasado, es algo mágico, aun no me lo explico, pero esta metamorfosis de mi amiga es gratificante. Ante tanta tragedia, encontré una oportunidad de rehacer mi vida. La tomare por las axilas y nuestro amplexus será grandioso, buscaré una nueva charca para que continuemos nuestro camino juntos. |